La naturaleza nos enseña sobre los mecanismos de la antiadherencia
En la naturaleza, las hojas de Loto poseen una peculiar característica; el agua no se adhiere sobre ellas, las gotas se deslizan y escurren sin mojarla, arrastrando la suciedad y manteniendo la hoja limpia y seca. Esto se denomina efecto Lotus.
Para que una gota adopte la forma esférica sobre un sólido es necesario que este tenga una superficie particular, que esté recubierta de pequeñas asperidades, microtextura o micropelos. Con precisión de fino observador; ya Plinio el Viejo, en su Naturalis Historia (77) advirtió de la tendencia de las gotas a formar esferas en «la pelusilla de las hojas de los vegetales». Sin ser completamente consciente de ello, Plinio el Viejo se estaba refiriendo al «ángulo de humectación» de la superficie de un líquido al entrar en contacto con un sólido.
Un ángulo de contacto pequeño (gota plana) favorece la humectación, el tejido o material se moja bien y cuando el ángulo es nulo la humectación es total, el tejido o material queda empapado siempre y cuando no sea químicamente hidrófobo. Por el contrario, cuando el ángulo de contacto es grande la humectación disminuye. Si las gotas se aproximan a la esfera y el ángulo de contacto a los 180° se observa el «efecto lotus» propio de los materiales «superhidrófobos» pues esa planta es hidrófoba incluso en contacto con la miel.
El estudio de esta y otras plantas con estas propiedades inspira a los científicos para desarrollar recubrimientos con cualidades superhidrofóbicas y soluciones técnicas de antiadherencia.